
Degustaciones de alto calibre que bordean los cientos de miles de pesos, hasta otras mas sencillas, escuetas y cotidianas. Esto fue lo que comencé a ver con el pasar del tiempo y que a estas alturas me son familiares.
Yo pensaba que estas cosas se daban en juntas privadas de profesionales de revistas y amistades de aquel mundo, pero no, esto se da con normalidad en este café, e incluso declaran sus asistentes, que dan la espalda a aquella facción publica, coloquial y caricaturesca del cronismo vinífero. Sumo a esto un desfile de personalidades relacionadas al mundo de las artes y la cultura, que solo se dirigen a probar la pizza hecha como en Italia, con un pizzaiolo italiano que opera con maestría materias primas como harina y quesos importados.
La suma de estos dos factores hacen de café Waldini un lugar extraño y agradable, pero que se descubre de a poco recibiendo la tutoría de su dueño Waldo Castro. ¿Por que hacer una crónica visual de este lugar?, es por que Waldo posee discurso propio y unas entrañas que le dictaron hacer la mejor pizza, el mejor wine bar e instalar pronto una escuela de servicios y garzonería. En menos de un año ha cumplido todo eso y va por mas, se los aseguro.
@Vinocracia